Tal día como hoy 20 de mayo de 1520, en el Templo Mayor de Tenochtitlan (México), los españoles al mando de Pedro de Alvarado llevan a cabo la llamada Matanza de Tóxcatl.
Existen dos versiones de los hechos, aunque en el fondo el resultado sea el mismo y desde la perspectiva de los españoles, se justifica la agresión contra la nobleza mexica en el Templo Mayor, diciendo que los mexicas se habían propuesto asesinar a Pedro de Alvarado, que estaba a cargo de las tropas en ausencia de Cortés.
Siguiendo esta versión de los hechos, a lo anterior había que añadir el disgusto de los españoles por la celebración de un rito considerado por ellos pagano, que implicaba quitar la efigie de la Virgen María y la cruz que los habían colocado en el templo de Huitzilopochtli, con el propósito de la celebración indígena de cultos a sus dioses.
Sin embargo, las fuentes indígenas señalan que los mexicas habían solicitado previamente permiso a Alvarado para la realización de una de sus ceremonias religiosas más importantes, en la que se efectuaba un rito iniciático de comunicación con los dioses.
De acuerdo a esta otra versión, Pedro de Alvarado autorizó la celebración del dicho acto, pero cuando los mexicas se encontraban bailando y desarmados, los españoles cerraron las salidas del templo y abrieron fuego contra ellos.
Aunque intentaron defenderse al encontrarse desarmados no pudieron hacerlo y el resultado fue un número desconocido de muertos.
“Pues así las cosas, cuando ya se estaba gozando de la fiesta, ya es el baile, ya es el canto, ya se enlaza un canto con otro, y los cantos son como un estruendo de olas, en ese preciso momento los españoles tomaron la determinación de matar a la gente. A aquellos hieren en los muslos, a estos en las pantorrillas, a los de más allá en pleno abdomen. Todas las entrañas cayeron por tierra. La sangre de los guerreros cual si fuera agua corría como agua que se ha encharcado y el hedor de la sangre se alzaba al aire, y de las entrañas que parecía arrastrarse” (Descripción indígena de los hechos)
Veintidós años después, Fray Bartolomé de las Casas, en la relación que hizo al emperador Carlos V de las atrocidades cometidas por los conquistadores, reflejó lo que conocía del suceso por testimonios ajenos, por lo que tal vez – aunque eso no lo sabremos nunca – la realidad sea mezcla de ambas versiones.
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