martes, 31 de mayo de 2016

Gente Singular (Juanillo "retama")

JUANILLO “RETAMA”

Esta historia, hace ya tiempo me la contaron, y tal y como en su día conmigo lo hicieron - a mi vez - la cuento.

Nuestro personaje, cuya vivencia aconteció por los años ochenta del pasado siglo, y que aún creo que sigue vivo, es un dechado de virtudes, digno de figurar como modelo en cualquier enciclopedia de las buenas costumbres. De una parte, siente una aversión innata, hacia todo lo que suponga doblar el espinazo para ganar el condumio, porque desde siempre consideró – como buen cristiano – el trabajo como castigo divino, al que hay que procurar sustraerse.

Completa nuestro hombre su código de conducta, con su afición más que notable a las bebidas alcohólicas – por lo general vino, aunque no hace ascos a ninguna otra – y al tabaco, en donde tampoco se muestra en forma alguna racista, ya que gusta tanto de los negros como los rubios, así como de los vegueros, si es que alguna vez se tercian.

Al objeto de poder costear sus vicios, sin por otra parte verse arrastrado a caer en el castigo divino de la brega, nuestro personaje se dedica – aunque en pequeñas cantidades - al arte de la sisa y la ratería, de modo que sus fechorías no son tan graves para preocupar a las fuerzas el orden con su persecución, pero si lo suficientes, para que los propietarios que sufren sus constantes rapiñas, sientan en más de una ocasión el imperioso deseo de asesinar a Juanillo, que hora aquí, hora allá, no hay día en que no distraiga alguna cosa de las propiedades de los demás.

La misma falta de vergüenza, que nuestro personaje evidencia en sus relaciones con sus paisanos, es compensada por un vivo ingenio, que en más de una ocasión le ha salvado de las iras de algún cosechero, que ante su  jocosa respuesta, echa a risa el suceso.

Estaba un día afanándose en coger de un olivar, un par de talegas de aceitunas con la intención de venderlas, que es de lo fundamentalmente vive. No era la primera vez que lo hacía en aquella finca, y cuando ya estaba a punto de concluir la faena, apareció el dueño de la heredad, que un poco escamado por la reiteración de “Retama” en sus hurtos se dirigió hacia él diciéndole.

-.Mira Juan, ya estoy más que harto de que me quites las aceitunas un año y otro, de esta vez no va a pasar, que llevemos esas bolsas al cuartelillo de la Guardia Civil.


Nuestro hombre suspendiendo por un momento lo que hacía, pero sin azararse lo más mínimo preguntó.-“Ah, pero ¿es que en el cuartelillo las pagan más caras...”?
Pero si problemas tenía Juanillo en las fincas, no menos tenía en las tabernas, en cuyo lugar solía pasar el resto del tiempo que no estaba afanando algo, y donde, como nunca andaba sobrado de dinero, los taberneros le pedían siempre los cuartos por adelantado, ya que – de no hacerlo así - lo normal era que pagase un día si, y cuatro no.

Estaba una tarde en la barra de una taberna, sin una peseta en el bolsillo, y se dirigió al cantinero pidiéndole una cerveza. El dueño del local, tras mirar de arriba abajo a “Retama”, y en muy mal tono le espetó, para que todos le oyeran.- “No te pongo ni una más, hasta que no me pagues las que me debes, que por cierto son bastantes.”.

Juanillo, sin amilanarse y en el mismo tono e intención de que fuese también oído por todos, le contestó.- “Pues te digo una cosa, “pa” que te enteres, que no te debo más porque eres “mu esaborio” – y con toda dignidad salió del establecimiento, como si el culpable del impago fuese el tabernero.
 
Pero, no son solo taberneros y propietarios de finca, las víctimas de “Retama”, sino que es su familia, por lógica proximidad al personaje, la que sufre con mayor  frecuencia la actividad depredadora del sujeto.

En una ocasión estaba – como de ordinario – solicitando de su progenitora, dinero para financiar sus diarias excursiones al bar, usando para ello de excusas ya miles de veces utilizadas. Ante la rotunda negativa de esta, “Retama” acudió a un expediente que le había dado buenos resultados en otras ocasiones.

-.Madre, si no me das el dinero que te pido, busco un olivo y me “ajorco”.

Su madre, que ya conocía de sobras las tretas del personaje, agotada tiempo atrás su paciencia,  sin inmutarse le contestó.

-.Óyeme hijo ¿y porque no lo buscas ya de una vez, y me dejas tranquila para siempre?

Juanillo, viendo su estrategia derrumbarse, concluyó.
-.Pero madre… ¿es que vas tú a hacerle caso a lo que diga un borracho...?

Se hallaba en otra ocasión en un bar, a altas horas de la madrugada, después de haber trasegado varias botellas de caldos, y como consecuencia de la cogorza, le dio por cantar a grandes voces y molestar - de forma reiterada - al resto de clientela del establecimiento.

Cansado de aguantarle, el dueño se dirigió a nuestro hombre y le dijo “Oye Juan, si sigues cantando así, no voy a tener más remedio que llamar a los municipales” - a lo que nuestro personaje pese a la borrachera atinó a contestar “¿Es que los municipales cantan acaso mejor que yo?”

Era un día de invierno, y marchaba Juanillo cargado con un saco de limones que acababa de distraer de una finca cercana, cuando en un recodo de la carretera, se encontró de frente con la pareja de la Guardia Civil. ¿Son tuyos esos limones? – preguntó el sargento, una vez inspeccionada la carga- “Míos y de usted mi sargento, si los precisa...” contestó como una centella “Retama”.

El agente, entre bromas y veras, y sabiendo de sobra que la mercancía era de seguro robada, le espetó ¿Tu sabes que intentar comprar a un agente de la Guardia Civil es un delito? A lo que nuestro personaje, sin dudar ni un instante argumentó -¿Comprar...?, ¿Quién ha dicho aquí de comprar a nadie...? Lo mío siempre ha sido vender, pero para venderles a ustedes lo tendría difícil, porque no creo que encontrara comprador...”

Como el suceso se supo por boca del agente del orden, este lo acabó aquí, pero conociendo la idiosincrasia y formas de hacer de la época - aún nuestra democracia era menor de edad - es más que seguro que el pillastre de “Retama”, se encontrase aquella tarde con algún que otro sopapo del sargento, con la suficiente enjundia, para cubrir a la vez, tanto el hurto de los limones, como la tentativa de venta de la Benemérita.


J.M. Hidalgo (Historias de Gente Singular)

2 comentarios:

  1. Jajajja, si es asi. Muy conocido por y por los bares también.
    Personaje peculiar.

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  2. Juanillo el “RETAMA”, se puede considerar un personaje perdido: o bien por el sector humorístico, o por sector político. Se puede decir que para ambos sectores reunía la suficiente capacidad.

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