Esta victoria será considerada como decisiva para el futuro de la revolución, pero la misma será contrarrestada por la invasión portuguesa de la Banda Oriental, en el mes de octubre de este mismo año.
La batalla fue el primer triunfo importante de Artigas, al mando del ejército patriota de la Junta Grande de las Provincias Unidas del Río de la Plata en el Uruguay, que venció a las fuerzas realistas del gobernador de Montevideo y nuevo virrey del Río de la Plata, Francisco Javier de Elío.
En 1810, la Revolución de mayo había forzado a los funcionarios virreinales a abandonar Buenos Aires y, por ello, España trasladó la capital del Virreinato a Montevideo.
A comienzos de abril de aquel año Artigas, con unos 180 hombres, inició la resistencia contra los realistas y el 11 de abril emitió la “Proclama de Mercedes”, asumiendo el mando de la revolución.
El gobernador de Montevideo y virrey del Río de la Plata, Francisco Javier de Elío, designó al capitán de fragata José Posadas, jefe de las fuerzas regulares e instaló su cuartel general en San Isidro Labrador de Las Piedras, para librar allí un enfrentamiento decisivo contra los revolucionarios.
Entre tanto José Artigas llegó a conformar un ejército de mil hombres, mientras que las milicias de Posadas estaban constituidas por 1.230 personas, de las cuales cerca de doscientos desertaron y pasaron al bando revolucionario r en medio el fragor de la lucha.
Los soldados españoles eran profesionales, disponían de artillería y fusiles más modernos de la época y la milicia artiguista estaba formada, en su mayoría, por hombres de campo y desertores de las filas españolas.
A pesar de que la altura favorecía a los españoles, fue Artigas el que dio el primer paso y envió parte de su infantería mientras Posadas ordenó abrir fuego contra el grupo, que se batió en retirada.
La infantería española abandonó entonces su ventajosa posición para perseguir a los revolucionarios pero unos 600 jinetes armados con boleadoras y picanas, atacó la retaguardia de Posadas y así, atrapó al ejército español entre dos fuerzas: la caballería y la infantería, que volvió a la lucha.
La batalla se alargó durante varias horas, cuando las tropas españolas empezaron a abandonar sus puestos, y Posadas izó una bandera blanca y entregó su espada a Artigas, hecho simbólico para la revolución.
La batalla resultó un claro triunfo para la Revolución de Mayo y Artigas pronunció su famosa frase “Clemencia para los vencidos, curad a los heridos, respetad a los prisioneros”, en referencia a las fuerzas del ejército español.
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